Ser Migrante: El reto de adaptarse a una nueva patria
La migración ofrece varias caras. Se pasan momentos muy felices y otros complicados; existen situaciones fáciles y otras muy difíciles. Cualquiera podría decir que a veces se siente como estar en una montaña rusa llena de altos y bajos. Esto le sucede tanto a quienes emigran por decisión propia buscando ampliar sus horizontes, como a aquellas personas que se encuentran obligadas a dejar su país por diversas situaciones.
Todos los migrantes pasan por un proceso de adaptación. Depende de las circunstancias y de cada quien, el tiempo que demore. Disfrutar conscientemente de las oportunidades que brinda el nuevo lugar y sentirse bien en él, puede demorar meses, años o – en el peor de los casos – generaciones.
Quizás en varios momentos durante este proceso, la mayoría de personas vuelva a su zona de confort, a su idioma, a su cultura; es lo normal pues es allí donde quizás se sientan más a gusto. «La cabra siempre tira para el monte», describe el dicho. Sin embargo hay quienes salen de su zona segura y también llegan a sentirse muy a gusto. Es más, crean una nueva zona de bienestar.
Probablemente sea necesario hacer diversos intentos para lograr que la aclimatación sea un poco más ligera, y a la vez vale la pena intentarlo. Aquí deseo darte algunas ideas:
- Aprende el idioma. Sin él, pocas veces hay vida social o trabajo. Puedes intentarlo escuchando música, leyendo, o viendo series y películas en el idioma local. Si te gustan los dibujos animados, libros infantiles o cómics probablemente sea de gran ventaja, pues el lenguaje utilizado suele ser más sencillo. Como dicen, una mente positiva abre muchas puertas; el idioma abre muchas más
- Busca contacto con personas locales, sean vecinos, gente en el trabajo, instituto, con otros padres en las guarderías o colegios si tienes hijos. De preferencia encuéntrate con diversos grupos, puede ser que uno solo no llene tus expectativas.
- Aprende cosas nuevas, inscribirte en clubs o cursos, retoma pasatiempos. Si es posible, encuentra personas interesadas que no necesariamente compartan tu idioma o cultura.
- En caso de haber emigrado con tu familia, presta atención a la adaptación de cada Es muy importante que todos compartan el deseo de querer acostumbrarse. En la medida de lo posible, ayuda a quienes tengan problemas aceptando las nuevas situaciones, así podrás para evitar que se conviertan en otro tipo de carga.
- Busca contribuir en el desarrollo de tu comunidad, lugar de empleo o de estudios. Tal vez puedes aportar ideas que mejoren el bienestar social y económico desde un punto de vista que aún no se ha tomado en cuenta.
- Añorar tu patria es normal, no hay porqué esconderlo. Date un tiempo para asimilar los Quizás puedes empezar agradeciendo la hospitalidad del país que te acoge. Eso también te abrirá muchas perspectivas.
- Acepta que posiblemente te veas, actúes o pienses de manera distinta a la gente del nuevo lugar. Cada persona es única, no tienes porqué avergonzarte si sientes que no encajas. Lo importante es respetar las costumbres del lugar sin olvidar tus raíces.
Estos son algunos ejemplos que quizás ayuden a conocer mejor lo que al inicio parece raro.
Poco a poco empezarás a entender el porqué de muchas usanzas. No hay un país perfecto y estando lejos, a veces se olvida la razón por la cual se buscó emigrar.
Hay poca gente que luego de la primera confrontación con la nueva cultura se siente en paz y se adapta sin problema alguno. Si te das varias oportunidades para conocer la nueva patria, podrás ver que a mucha gente local también le desagrada el clima, o que comparten algunos sueños, expectativas y hasta desilusiones. Tampoco creas en los clichés, permítete conocer a la cultura y a las personas de cada lugar, cada una es un mundo.
Hay mucha gente migrante que pasa por lo mismo en todo el mundo. No te rindas, vale la pena intentar adaptarte. Y si es necesario ¡Atrévete a echar raíces!
«La patria para unos es el territorio, para otros es el idioma, para otros la niñez…
Yo he reconocido mi patria por los caminos, lo aprendí de mi madre, que decía que su patria estaba donde sus hijos comían…” – Joan Manuel Serrat.