La tecnología es una parte importante de nuestras vidas, nuestro espacio-tiempo está impregnado por: asistentes virtuales, consolas de videojuegos, computadores, televisores, teléfonos móviles, tabletas digitales, relojes digitales, etcétera. Cuando era niña veía una serial de dibujos animados llamada “Los supersónicos” con robots-electrodomésticos que hacían el aseo por sí solos, llamadas telefónicas con pantalla, vehículos voladores y otros inventos increíbles. Actualmente casi todo eso ya existe en nuestra realidad cotidiana.
La tecnología digital nos trae una cantidad innumerable de beneficios, ya que podemos estar conectados con el mundo con un solo clic. Podemos realizar nuestras actividades laborales desde cualquier punto del planeta, simplemente teniendo un laptop o un teléfono móvil. Nos comunicamos con familiares y amigos sin gastos extras. Recuerdo que cuando recién llegué a vivir a Alemania, hacer una llamada a larga distancia era muy costosa. Apenas podía hablar 10 minutos con mis padres, dos veces al mes y la cuenta telefónica se me iba por las nubes. Ahora no tenemos esos apuros; de forma casi instantánea nos enteramos de lo que está pasando al otro lado del mundo. Literalmente, tenemos todo al alcance de nuestras manos.
En su conferencia “La vida es un cuento” el chileno Alejandro Jodorowsky, dramaturgo, escritor, creador de la psicomagia entre otros oficios, aludía a la tecnología y decía: antes los objetos tenían solo una función, el teléfono era un teléfono, en cambio en la actualidad un teléfono móvil tiene múltiples funciones, puedes fotografiar, escuchar música, hacer videos… Los comparaba con nosotros mismos los seres humanos, seres con capacidades infinitas y nos invitaba a no encasillarnos en una sola expresión de nuestro inmenso abanico de talentos.
Es magnífico que con la tecnología digital podamos hacer nuestros propios negocios, marketing, dar y tomar seminarios, conferencias, conocer gente, estudiar, trabajar, vender, comprar, escribir, dibujar, jugar y planificar proyectos laborales en todos los quehaceres de nuestra vida. Los únicos límites tecnológicos provienen solo de nuestra mente.
La verdad es que la tecnología tiene un atractivo casi irresistible. Y si bien esto se parece al “País de las Maravillas”, como la misma Alicia experimentó en sus aventuras, nos debemos dar cuenta que nada es perfecto. Muchas cosas que parecen ser no son, y algunas aparecen y desaparecen como el gato Cheshire, casi metafórico con la publicidad. Y la reina de corazones intentando decapitarnos, es una analogía de los peligros del mundo virtual. Mi madre siempre me decía: “todo en su justa medida es sano, los excesos son los que nos hacen daño”.
¿Dónde están las trampas del mundo digital?
La tecnología ha sido creada para estar a nuestro servicio y no para que nosotros estemos al servicio de ella. Nos hemos hecho adictos sin darnos cuenta y es que el placer y el sufrimiento habitan el mismo espacio de nuestro cerebro. Para sentirnos bien necesitamos estar en equilibrio. El problema comienza cuando constantemente nos auto recompensamos. Cuando buscamos la tecnología digital ya sea por aburrimiento, soledad o distraernos de algo que nos molesta, tan simple como una película, redes sociales, videojuegos, etcétera. Entonces nos pegamos un subidón de dopamina, un neurotransmisor que nos brinda esa sensación de bienestar mientras disfrutamos del estímulo externo. El problema está que cuando apagamos nuestro mundo virtual, el nivel de la dopamina vuelve a bajar; la próxima vez nuestro deseo de sentirnos bien nos pedirá, por ejemplo, un capítulo más de nuestra serie preferida. Y en lugar de estar una hora, estaremos dos horas sentados frente a la pantalla.
¿Qué enfermedades y consecuencias negativas puede tener el excesivo uso de la tecnología digital en nuestras vidas?
Algunos ejemplos son: estrés, burnout, depresión, aislamiento social, demencia, adicción, deterioro en la capacidad cognitiva, reducción de la memoria a corto plazo, problemas de la visión, trastornos del sueño, vida más sedentaria y obesidad, disminución de la inteligencia emocional; impaciencia, menos creatividad, menos capacidad de atención, lectura superficial, no investigar las fuentes de información, pérdida del tiempo.
¿Qué nos ayuda a protegernos del uso excesivo del mundo digital?
En primer lugar, la fuerza de voluntad, desear conscientemente no ser dependientes. Encontrar una actividad que sea más interesante que el vicio y esto vale para cualquier adicción. Cada 20 minutos poner una alarma y parar nuestra actividad frente al computador y hacer movimientos de estiramiento, ejercicios, bailar, yoga, lo que más nos guste durante 1 minuto. Poner atención a nuestra respiración, como el aire entra y sale por la nariz. Comenzar el día meditando unos minutos y aumentar el tiempo gradualmente.
Más contacto con la naturaleza, salir a caminar, a correr, andar descalzos, sentarnos en frente de una playa o un río. Observar los árboles mecerse con el viento, un amanecer, un ocaso, tomar el sol. Apreciar la belleza de nuestro entorno. Jugar con nuestras mascotas. Practicar activamente un deporte, ojalá al aire libre. Reunirnos con familia y/o amigos, reírnos, contarnos historias y practicar abstinencia tecnológica. Desarrollar actividades artísticas o manuales: pintar, escribir, cantar, tocar un instrumento musical, bordar, jardinear, cocinar, armar puzzles, etcétera. Tener rituales, como darse un baño relajante, masajes, aromas, encender una vela. Y tal vez lo más difícil, hacer nada, absolutamente nada.
La tecnología no reemplaza los beneficios del contacto directo. Si deseamos salir de la zona de confort, entonces debemos atrevernos a hacer aquello que siempre hemos deseado hacer. Nosotros somos dueños de nuestras vidas y siempre tenemos la capacidad de elección. Lo importante es que tan pronto detectemos aquello que nos desequilibra estemos abiertos a la posibilidad del cambio.