“Hablar otro idioma es poseer una segunda alma”
(Carlomagno)
Hay un refrán checo que dice “Tantos idiomas hablas, tantas vidas tienes”. Una idea que Murakami ha llevado al extremo afirmando que aprender otro idioma es convertirse en otra persona. Y es que el plurilingüismo transmite, junto con las lenguas, el conocimiento sobre distintas culturas, formas de ver el mundo y de existir.
Flora Lewis, una periodista americana, lo explicaba así: “aprender otro idioma no es solamente aprender palabras diferentes para las mismas cosas, sino aprender otra manera de pensar acerca de las cosas”, otra perspectiva desde la cual comprender mejor la diversidad y la profundidad de la existencia humana. Por eso cada lenguaje tiene sus particularidades, como por ejemplo; en lengua Quechua no existe una palabra para decir adiós, ya que en esa cultura andina, profundamente colectivista y centrada en el prójimo y la reciprocidad sería rudo despedirse, más o menos definitivamente, del otro.
El líder campesino y activista estadounidense César Chávez afirmó que “un idioma es un reflejo exacto del carácter y el desarrollo de sus hablantes”, por ello junto a la lengua no solo se transmite el bagaje cultural de un pueblo sino también formas de sentir y de expresar emocionalidad. Nunca tan bellamente expuesto como lo hizo Nelson Mandela: “Si hablas a un hombre en un idioma que comprenda, llegarás a su cabeza. Si hablas con él en su idioma, llegarás a su corazón”. Razón que revela la conexión más profunda que se desarrolla entre quienes hablan el mismo idioma y pone de relieve la ventaja de criar a los hijos en nuestra propia lengua materna. De esta forma no solo les estamos transmitiendo un elemento para comunicarse con otras personas, sino también una forma de entender el mundo, entenderse a sí mismos y expresar la amplia paleta de su emocionalidad.
Ventajas y desventajas
… del plurilingüismo
“Un idioma te pone en un pasillo durante toda la vida. Dos idiomas te abren las puertas a lo largo del camino”.
(Frank Smith, psicolingüista canadiense)
Queda clara la diversidad que el bilingüismo, trilingüismo o plurilingüismo aportan a la experiencia humana, sin embargo, el mayor mérito está relacionado con la flexibilidad mental que esta multiplicidad produce, ya que un objeto o fenómeno puede nombrarse y entenderse de diversas maneras o percibirse desde distintos ángulos. Esto rompe con el establecimiento de verdades unívocas, estáticas y universales; libera el pensamiento creativo; favorece la capacidad de improvisación para encontrar soluciones alternativas e innovativas.
Así es como los políglotas al ir creciendo, desarrollan una visión más amplia de la vida y se expande su sentido del mundo que los rodea. Desarrollan una identidad de mayor tolerancia hacia el cambio, la diversidad cultural y una gran capacidad empática. Podrán ser más sociables, en tanto lo distinto no los paraliza, no lo consideran una barrera sino un reto o les provoca curiosidad.
Quien ha nacido en un país tercermundista ha tenido que experimentar situaciones donde las cosas no salen como deberían y ha tenido que resolver problemas con un mínimo de recursos, desarrollando la capacidad de improvisación y la tolerancia a la frustración. Por ejemplo, recuerdo que siendo maestra en Argentina quería realizar un círculo en el pizarrón y no había compás, entonces me quité el cordón de la zapatilla y até la tiza a un extremo, al otro lo fijé con el dedo en el pizarrón… y funcionó. Esta creatividad se la transmitimos a nuestros hijos como parte del aprendizaje cultural.
En lo laboral, y gracias a la globalización de los mercados, cada vez es más conveniente dominar muchos lenguajes, ya que así las posibilidades de encontrar empleo satisfactorio se multiplican.
Las desventajas están relacionadas con las experiencias de discriminación a que están expuestos quienes son etiquetados como “extraños” o “distintos” y por tanto considerados como una amenaza por los mono linguales. Muchos niños políglotas relatan historias de mobbing en la escuela y diversos ámbitos, sobre todo cuando momentáneamente mezclan lenguajes o pronuncian con “acento” la lengua local. Esto puede ocasionar que se avergüencen y rechacen el uso de la lengua materna.
Muchos aducen que el bilingüismo produce trastornos en el desarrollo lingüístico de los niños o en su escolarización. Pero más allá de una pequeña demora en el comienzo del habla —porque varios lenguajes se desarrollan paralelos— no se puede comprobar científicamente ninguna otra desventaja. Lo que más trastornos causa es la carencia de un lenguaje de base, rico y completo, sobre cuya estructura se puedan construir los otros idiomas. Esto sucede cuando los padres mezclan permanentemente los idiomas al dirigirse al niño.
… de la multiculturalidad
“Los límites de mi idioma son los límites de mi mundo”.
(Ludwig Wittgenstein)
Al educar a nuestros hijos en la multiculturalidad les legamos más de un mundo en el que puedan habitar, es decir, les ofrecemos múltiples posibilidades de identificación, de valores, de creencias; múltiples posibilidades de ser, crecer y desarrollarse. Distintas culturas tienen distintas fortalezas, cada una de ellas redundan en recursos culturales que nuestros hijos podrán obtener. Para ello es esencial reconocer y valorar las particularidades de cada cultura, no considerar a ninguna superior en detrimento de la otra. Y es necesario hacer consciente la tendencia natural —universal en el ser humano, según estudios psicológicos (Tajfel, 1971)— a discriminar lo distinto por el miedo o aversión a la otredad y el etnocentrismo que subyace en nuestros actos y pensamientos.
Estrategias para padres
Muchos padres migrantes eligen criar a sus hijos desde los cánones de la cultura local y por tanto no les enseñan sus lenguas maternas y sus tradiciones en la esperanza de favorecer así la integración de estos. Lo que sucede es que si no dominan perfectamente la lengua es inadecuado que la enseñen a otros, por ello los niños terminan construyendo una base lingüística deficiente a riesgo de permanecer semianalfabetos.
Formar parte de una sociedad diversa y cosmopolita no implica renunciar a nuestra propia cultura, nuestras costumbres, creencias e identidad, es decir, no implica la asimilación, sino la integración. Esto quiere decir que dentro del marco de las normas sociales establecidas en la comunidad que habito (que debo respetar necesariamente) puedo optar por adoptar los elementos con los que me identifico, que me completan y me hacen crecer, puedo modificar de mí lo que deseo y conservar los rasgos culturales que hacen que sea quien soy y que me sienta bien conmigo misma.
Estos consejos son para aquellos que apuestan por una propuesta multicultural plurilingüe de crianza:
- Ser consecuentes en cuanto al uso del lenguaje, cada padre utiliza el o los propios y si el lenguaje local es uno diferente, entonces deberá aprenderse fuera de casa. Muchos padres sienten vergüenza de hablar en la calle su idioma materno y usan el local aún con sus hijos, así estos se acostumbran y abandonan la lengua materna.
- Aprovechar todas las ocasiones para utilizar la lengua materna: viajes, visitas a personas que solo hablan esa lengua, cartas, lecturas, canciones, películas, juegos de mesa, actividades extraescolares; todo lo que pueda motivar al niño a sentir la necesidad de utilizar el lenguaje.
- Leerles mucho en voz alta textos cada vez de mayor complejidad para que desarrollen el idioma más allá del registro de lo cotidiano. (Durante el confinamiento le leí a mis hijos todos los libros de Harry Potter, ¡y dieron un salto cuántico en el manejo del vocabulario castellano!).
- Brindar experiencias donde la multiculturalidad y el conocimiento de lenguas sea la clave del éxito para que forme parte de su identidad positiva. Por ejemplo, concursar con cuentos o dibujos en contextos internacionales, así la multiculturalidad les permite trascender los límites locales.
- Dejar claro que “distinto” no significa “inferior”, explicar a los niños la riqueza que significa ser parte de más de una cultura, ser diverso implica abarcar más, ser más flexible y comprender desde distintos puntos de vista el mundo.
- Acentuar el hecho de que una identidad multicultural es una identidad ampliada, enriquecida, variada y completa. Uno no es solo una cosa sino muchas a la vez.
Y tal vez entonces…
El mundo en sus cabezas no sonará de manera única ni tendrá una forma fija e inamovible, sino que será multicolor, fluctuante, podrá evolucionar y mejorar. Quizá sean ellos quienes puedan vislumbrar un mundo distinto, un futuro mejor, más inclusivo, más humano, con espacio para todos.